martedì 19 luglio 2011

Mártires por la fe,
maestros en fidelidad

Comunidad de  JAÉN


La primera Comunidad Claretiana en la lista del dolor y del perdón fue Jaén. El 19 de julio de 1936, en la casa del pueblo determinaron asaltar la casa de La Merced, la única de religiosos varones que existía en la capital. Al día siguiente, día 20, en torno a las dos de la tarde, con todo el castigo del sol en lo alto, una chusma invadió la huerta y asaltó el convento por la puerta principal. En la calle, tiros, pedradas a los cristales, amenazas de incencio... Ante tal situación no quedaba más remedio que provar la huída, cada cual a su manera. El P. Dionisio Rivas, en su libro Bética Mártir, narra los momentos del asalto a la casa y la vejación de los que en ella habitaban.
La suerte, mala suerte, estaba echada. Media hora después, en la huerta yacían cuatro cadáveres. El P. Rivas nos da sus nombres y un breve detalle de su vida: P. Jenaro Millán, persona de temperamento estable, de mucha oración y cualidades normales, que había sido escogido por Dios a sus 57 años para testimoniarlo con la entrega de su vida; P. Laureano de Frutos, de 59 años, hombre callado, cumplidor y buen religioso, que había llegado a Jaén buscando la seguridad que no le ofrecía Jerez de l os Caballeros; P. Santos Rodríguez, de 67 años de edad, persona sencilla y amable; H. Eduardo Gómez, de 72 años, era de perfil señero, adusto y voluminoso como las montañas cántabras que le sirvieron de cuna.
Los demás pudieron huir en un primer momento, pero pronto fueron detenidos. Comenzó para ellos un verdadero Viacrucis por las calles de Jaén, semejante en todo al del Maestro: insultos, petición de muerte, puñaladas, golpes con palos y fusiles,... Llevados al Hospital, el P. Fructuoso García Bañares, Superior de la Comunidad, no pudo superar la situación y falleció. Los restantes fueron encarcelados, juzgados y declarados libres o condenados a diversos tipos de trabajos hasta conseguir la libertad. Sus nombres son: Nicomedes Muñoz, Benjamín Carballo, Paz Porras, Jacinto Muñoz, Juan Bautista Alonso, Patricio Pérez. También ellos merecen la admiración de quienes sufrieron por Cristo.
El silencio sobre los hechos ocurridos en la huerta del convento fue total y no permitió iniciar la causa de beatificación de nuestros hermanos. No obstante, es fácil adivinar que todos ellos escucharon la voz del Señor: Venid, benditos de mi Padre.
Murieron amando y perdonando. También es otra fácil suposición. El P. Carvallo, que sobrevivió, habiendo tenido noticia de que uno de sus maltratadores había sido condenado a muerte por los tribunales militares, nos dice: “por mi mediación, elevando un escrito al Generalísimo Franco, se ha conseguido que lo indulten”.
En el martirologio de la Provincia claretiana de Bética, los claretianos que sufrieron en Jaén figurarán siempre bajo el título: Mártires por la fe, Maestros en fidelidad.

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