lunedì 18 luglio 2011


Hijos de la Congregación querida

75º Aniversario





Cada hoja del calendario de la segunda mitad del mes de julio y de todo el mes de agosto viene cargada de emotivos recuerdos. Es la hora de la memoria de lo que sucedió hace 75 años, memoria de una historia escrita con gestos de perdón y de amor sobre el tapete oscuro de la España del ‘36.
Los Claretianos recordamos a los “hijos de la Congregación querida”, continuando así la piadosa e inmemorial costumbre en la Iglesia de recordar a sus mártires para gloria del Señor, admirable en sus santos, y honrar a sus siervos fieles.
Al tratarse de mártires cercanos a nosotros, se corre el riesgo de que los sentimientos se carguen del dolor de viejas heridas. Pero eso sería aplicar mala justicia a quienes derramaron su sangre con la sola intención de regar nuevos brotes de paz y de perdón en donde florezca el amor cristiano.
Con nuestro recuerdo pretendemos “cumplir un deber de justicia y gratitud, honrar a nuestros mártires y dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias” (Mons. J.J. Asenjo en la apertura del proceso de canonización de los mártires de la persecución religiosa de 1936 en Córdoba (16/01/2010)
Tras las huellas de los mártires somos peregrinos con la ilusión de alcarzar el horizonte señalado a los bautizados en Cristo. No serán los mismos pasos los que tendremos que dar, pero sí la misma actitud de mirada alzada y pies ligeros.
Recordar al "blanco ejército de los mártires" (martyrum candidatus exercitus, dice la liturgia) alejará de nuestro corazón el aguijón de miedo y tristeza que provoca la muerte, y nos infundirá nuevo entusiasmo para vivir abrazados a Cristo, que supo de dolor por haber amado, y conoció la muerte porque deseaba la vida sin ocaso.
Al recuerdo de estos mártires, testigos de esperanza, de amor y de paz, por amor a Cristo, es obligado asociar la memoria de cuantos hoy, en nuestros días de 2011, son perseguidos y sufren de diversos modos por testimoniar y servir al Evangelio. Con su comportamiento fiel escriben amor sobre dolor y perdón sobre odio.
A María, reina de los mártires, vaya nuestra plegaria de intercesión: ¡Mira a tus hijos necesitados, líbralos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita!

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