lunedì 25 luglio 2011

26 Julio '36



CERVERA. Otro Seminario Mártir





¡También yo muero por Dios!

Los quince de Lérida
Grupo del P. Manuel Jové

A siete kilómetros de Cervera poseían los claretianos una finca llamada familiarmente Mas Claret, y alllí encontraron refugio provisional gran parte de los miembros de la Comunidad dispersa, hasta que al amanecer del día 24, los miembros del Comite Revolucionario de Cervera llegaron para incautarse de ella.
De allí salieron en la tarde del día 24 de julio catorce seminaristas jóvenes, al frente de los cuales iba el P. Manuel Jové, de 40 años de edad, latinista de prestigio internacional y fundador de la revista Palaestra Latina. Se dirigieron a Vallbona de les Monges, pueblo natal del P. Jové, en donde pensaban encontrar acogida segura.
Caminaban distanciados de dos en dos para pasar desapercibidos, pero fueron descubiertos y detenidos. El P. Jové se adelantó al grupo para conseguir pases del Comité del pueblo de Rocafort, pero allí les fueron a buscar los milicianos del Comité de Lérida el 25 por la noche y allí comenzó la última y más difícil subida de su calvario.
Lo primero de todo, un minucioso registro, que comenaba con un puñetazo, un empellón o un latigazo. De los bolsillos no salía más que el pañuelo, el imprescindible rosario, y... -¡qué buenos chicos!- algunos cilicios, instrumentos de penitencia. Risas, blasfemias, vulgaridades soeces.
Sobre el pecho del P. José, debajo de la camisa, pendía un crucifijo devoto.
-¿Qué es esto? -Mi Dios y Señor.
-¡Haz el favor de tirarlo al suelo! -¡No lo hago!
Se lo arrancan, y ellos mismos lo tiran con violencia:
-¡Písalo! -¡Eso, jamás! Prefiero morir. -Pues, ¡te lo tendrás que tragar!
Se lo aplican con la punta en la boca y lo hunden en ella de un terrible puñetazo, rompiéndole los tejidos de la cara.
La pasión culminó en el cementerio de Lérida, entre las dos y tres de la tarde del día 26 de julio. Bajaron los presos del camión. Uno de aquellos muchachos voló con el pensamiento al hogar querido:
-Si al menos se le pudiese hacer saber a mi madre.
-Has llegado tarde, muchacho. Bastante tiempo has tenido.
El P. Jové se dirigió a todos: -Nos matarán, pero morimos por Dios. ¡Viva Cristo Rey!
Ante el pelotón, el P. Jové, al ser puesto en fila el primero de todos, dijo: -“Yo muero por Dios”
Ante esta afirmación, tomada a broma por los milicianos, preguntaron a cada uno en particular:
-¿Y tú también mueres por Dios?     -¡También yo muero por Dios!

Eran quince: Manuel Jové, Onésimo Agorreta, Amado Amalrich, José Amargant, Pedro Caball, José Casademont, Teófilo Casajùs, Antonio Cerdá, Amadeo Costa, José Elcano, Luis Hortó, Senén López, Miguel Oscoz, Luis Plana y Vicente Vázquez.

En este mismo día 26, derramaron también su sangre por Cristo:
Barcelona: P. Gumersindo Valtierra Alonso
Lleida: Fco Xavier Surribas Dot y Estudiante Joan Costa Arnau (ambos de la Comunidad de La Selva del Camp)

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