martedì 23 agosto 2011


Morir  MÁRTIR  ¿Qué sentido tiene?

La segunda quincena del mes de agosto nos ofrece la memoria de un nutrido número de mártires claretianos. Como grupo merece emotivo recuerdo la Comunidad de Don Benito (Badajoz). A todos ellos, uniéndonos al afecto que la Congregación claretiana les tributa, les presentamos nuestra devota admiración.


El martirio pertenece a la esencia de la Iglesia, dice el teólogo K. Rahner. Sin embargo, son muchos los que no entienden qué sentido que pueda tener la muerte de un cristiano por defender su fe.
Sobre este tema, Josep Gimenez, SJ, en Cuadernos CJ nº 160, nos ofrece una interesante reflexión, de la que ofrecemos un breve resumen:

A los ojos del mundo parecía que morían… Ser mártir supone ante todo morir de forma violenta en un momento en que, en circunstancias normales, se podría continuar viviendo. Se trata de una muerte aceptada y acompañada de sentimientos de caridad hacia los verdugos. Un aspecto más que añadir es que el martirio cristiano supone que se muere a causa de la fe en JXto.
Hasta aquí, podríamos decir que todo sucede según los cánones, pero ¿qué decir de esos gestos de besar las manos de los verdugos y los instrumentos de tortura y de acompañar la ocasión con canciones que expresan alegría? ¿qué sentido tiene “vivir” una tragedia humana con tanta alegría?
El mundo no lo entiende, pues sólo ve una muerte negra que se enseñorea sobre el fracaso de quien muere. Si a eso añadimos la extendida increencia en un más allá y en la supervivencia humana, el asunto se pone aún más difícil... Sin embargo, desde los primeros tiempos del cristianismo, en las comunidades cristianas el martirio es aceptado como el modo más excelente de encuentro con la verdadera vida. Morir por Xto para vivir con Xto.
A la base de este sentir está la contradicción aparente sobre la que se apoya el cristianismo: “si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto”; quien asocia su muere a la muerte de Cristo, participa en su resurrección. Así, resulta que abrazarse a la debilidad humana (la muerte) conlleva la garantía de ser rescatado por la fuerza de Dios. Si es verdad que Dios no tiene mejor manera de mostrarse Dios que ejercitando el perdón, podremos también afirmar que en la debilidad se percibe mejor al Dios con nosotros.

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