venerdì 20 novembre 2009


BEATO ANDRÉS SOLA

Mártir del Señor en San Joaquín


Andrés Solá nació en la masía de can Villarrasa, en Taradell, pueblecito de la Plana de Vic. Fue el tercero entre los once hijos que tuvo el matrimonio formado por Buenaventura Solá y Antonia Molist.

Su vocación claretiana surgió con ocasión de escuchar la predicación de un Padre claretiano: “Yo también quiero ser Misionero”, dijo a sus padres. Hizo su primera profesión el 15 de agosto de 1914 y fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1922. Los superiores pusieron su destino rumbo a Méjico y el 23 de agosto de 1923 el P. Solá desembarcó en Veracruz. Seis días más tarde pudo ofrendar sus ideales misioneros a la Virgen en el Santuario de Guadalupe.
En Toluca conjugó los primeros ensayos de predicador con las tareas de profesor en el seminario claretiano. Al año siguiente fue destinado a León (Guanajuato) con el cargo específico de predicador. ¡Y con qué ilusión escribía a sus padres y a los superiores que dejó en España aquellas sus andanzas apostólicas!, dice un biógrafo. Su labor de predicador se hizo notable por su entusiasmo y cuidado pastoral.

A raíz de las persecuciones desatadas contra la Iglesia en todo Méjico, el P. Solá destacó por su audacia e intrepidez, arriesgando su vida en el cuidado y atención a los fieles privados de sacerdotes y de atención espiritual. Arrestado junto al sacerdote Trinidad Rangel y el laico Leonardo Pérez, fueron ejecutados los tres en la mañana del día 25 de abril de 1927 en el Rancho de San Joaquín. “Jesús mío, Jesús mío, por ti muero” fueron las últimas palabras salidas de labios del P. Solá. El día 20 de noviembre de 2005, los tres mártires fueron beatificados en Guadalajara (Jalisco) en una ceremonia presidida por el cardenal José Saraiva Martíns, claretiano
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