TODAS LAS RELIGIONES TIENEN SUS
SANTOS
El fenómeno de la santidad ha fascinado, sin excepción, a todas las religiones. Los “santos” han configurado su vida en conformidad con las exigencias de su religión. Pertenecen, en general, a grupos o clases privilegiadas dentro del sistema religioso. El lector de “Cuentos hasídicos” de Martín Buber habrá advertido la ingenua e infantil devoción que los discípulos profesan a Leví Jizjaq de Berditschew o al vidente de Lublín Jacob Jizjaq, rabinos famosos. Los budistas también veneran a sus “iluminados” (Bodhitsattvas), llamados lamas en el Tibet. El hinduismo admira a los “maestros” (gurus) y el Islam a los “místicos”
También las diversas confesiones cristianas veneran a los santos. Los protestantes se opusieron a los abusos de la piedad popular, recibidos de la Edad Media, y condenaron las formas del culto a los santos. Pero nunca negaron la existencia de personas santas, ni tampoco su merecida veneración. Asegurada la singular y única mediación salvadora de Cristo, podemos y debemos honrar a los santos por su ejemplar imitación de Cristo y dar gracias a Dios por este don de la gracia. Sólo la Iglesia católica posee un secular procedimiento, centralizado en Roma, para reconocer la santidad auténtica de un fiel cristiano.
Wolfgang BEINERT, Wie wird man ein Heiliger und was ist man dann? Stimmen der Zeit 127 (2002).Traducción de Francesc Casañas i Galofré
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